
Hola, hoy quiero escribirles sobre mi experiencia al conocer a Andrea Pérez, quien entreviste el día 4 de Marzo en “Ingrid Live”.
Andrea es la hija de una amiga, Laura Homar, un dia de hecho cuando conoci a Laura, estaba entrevistando a Uka Green y hablamos sobre una de sus notas favoritas de “Los Cuarenta y tantos de Uka en FB” y comentábamos su nota la # 66 donde Uka cuenta la galleta sin manos, que recibió de su sobrina Andrea que le envió una nota, y leía lo siguiente: “Hola todos! Viajé con Lahash Internacional a Uganda y Sudán en el 2007. Quiero continuar mi trabajo en África. En lo que puedo regresar a visitar los niños en los orfanatos, esta es una maravillosa forma de ayudar, como deseo de cumpleaños te pido que dones a Lahash International. Gracias! Andrea”
Ahí empezó mi curiosidad por conocer a esta joven de la columna #66 de Uka Green! que resulto ser la hija de Laura, que luego supe o entendí que había decidido ser misionera, después que terminar sus estudios en Miami. Primero África, luego África de nuevo, ahora Haiti, luego Haití de nuevo y al final del comienzo, mas de África y para largo.
Ya ante su nueva misión para con los hermanos de Haití, era eminente que la quería conocer y presentar a mi gente a través de ” Ingrid Live”, y ahí estábamos haciendo juntas el show y me contaba, de cuando recibió su llamado, si porque sabe que fue, que es un llamado.
Tenia este amigo, que les hablo a ella y sus amigos de que iría acompañando a su padre a África, con la finalidad de hacer allá un orfanato, a ella le sorprendió la idea de su amigo en un principio, pero poco a poco ya no le pareció tan descabellada. Un día estando con su amiga en un Starbucks, esta le dice Andrea deberías ir tu también a África y ella responde, por supuesto que no, la amiga se para ir al bano, ella se queda como en un limbo, de repente oye una voz que le dice, “tu iras a África”, cuando la amiga regresa, ella vuelve a la conciencia en el momento que se escucha a si misma diciéndole a su amiga, si, voy a África.
Allí comenzó todo un proceso de fe, ella entendió que esa voz era la de Dios y acababa de encontrar su propósito de vida, que apenas comenzaba, y le dijo a Dios pues si me llamas para ir a África, provéeme los medios para poder hacerlo realidad, dicho y hecho, así fue, poco a poco y de maneras distintas pero todas en fe, se completo el dinero que se necesitaba para hacer aquella primera misión de amor y humanidad, una realidad.
Esa experiencia cambio su vida y la convenció de que su vida no sería la misma, tenía una misión, un propósito y no sería fácil pero seria. Ella me conto su experiencia en ese primer viaje a África y la escuchaba embobada, ella lo hacía todo sonar como una historia de amor y belleza, no de miseria y sufrimiento, como yo esperaba. Todo lo enmarcaba dentro de lo positivo, en vez de decirme y dormía en la aldea en una choza y me tenía que bañar a la intemperie en medio de la noche con miedo y frio ante lo desconocido, no ella me lo describió así:
Y mi primera experiencia fue surreal, llegamos y todos los niños cantaban para recibirnos, aquellas caritas y sonrisas que no olvidare jamás, inmediatamente manos a la obra y ese primer día cuando termine, caía la noche tocaba bañarme y el “bano” era como un pequeño laberinto al aire libre sin techo y aquello fue tan maravilloso, me bañé mirando tantas estrellas como nunca las había visto, eran muchas brillando sobre mí, fue bello, luego me dormí en mi choza y me levante con el sonido de la risa de los niños, y así seguía describiendo como cada día se enganchaba un pequeño en su espalda tomaba otros de la mano y caminaban por una hora hasta llegar a donde estaban los médicos que los examinarían, luego regresábamos, la faena continuaba, tenía que hacer de todo, los banaba, les cocinaba, cambiaba pampers, limpiaba, en fin me decía sonriendo, fue un viaje maravilloso, yo la escuchaba contármelo con tal felicidad y plenitud que supongo le viene de sentirse con el deber cumplido, o con el amor a flor de piel, parecía que contaba sus vacaciones a Europa y no a una aldea de Sudan en África.
Entonces ahí la tenía yo frente a mí, con 26 anos, con una madures y una claridad de mente tal, que me empequeñecía ante ella, tan joven y con su propósito de vida tan claro y tan noble.
La vida le había dado todo, amor, estudios, en fin era una privilegiada, pero un día ella sintió ese llamado claro en su corazón y lo oyó realmente, todo estaba claro, ella seria misionera.
Ahora regresaba de Haití con una nueva misión recolectar cuantas casetas de campanas pudiese para que ningún niño tuviera que dormir a la intemperie, estaba preocupada o mejor dicho ocupada en esta misión pues estaba contra el tiempo, ya que las lluvias estaban por llegar y quería que esta gente no tuviera que dormir desguarnecidos bajo la noche y las aguas
Casualmente ahorita leía sus primeras reflexiones sobre Haití que escribió en su post en la “La Acera.com”, reflexiones que escribía cada noche al terminar su larga faena en Haití, subía al techo de la casa que la acogió de las pocas que sobrevivieron al terremoto y mirando gran parte de la ciudad, el mar y todo su cielo, desde allí escribía cosas como esta:
Casualmente ahorita leía sus primeras reflexiones sobre Haití que escribió en su post en la “La Acera.com”, reflexiones que escribía cada noche al terminar su larga faena en Haití, subía al techo de la casa que la acogió de las pocas que sobrevivieron al terremoto y mirando gran parte de la ciudad, el mar y todo su cielo, desde allí escribía cosas como esta:
“Estoy sentada en mi lugar preferido en Haití, en el techo de mi casa en Puerto-au-Príncipe. Vengo aquí venida diario desde que llegamos aquí. Tengo una vista de 360 grados de la ciudad entera, es impresionante, es un lugar mágico donde nacen las grandes ideas y donde la esperanza recupera su fuerza, puedo estar en silencio, veo el océano, veo las naves militares ancladas alineadas cerca de la orilla. No sé que día llegaron, solo sé que fue tan pronto paso el terremoto, ni sé cuándo se irán, pero su presencia es imponente y en cualquier otro momento pensaría que estaríamos bajo ataque, pero ahora su presencia significa protección. Están allí para ocuparse de la ciudad, de la gente, y de su bienestar. Esas naves grandes ancladas allí que encienden sus luces tan pronto cae la noche es como si nos quisieran recordar que todas las naciones del mundo nos miran, están mirando Haití y nos cuidan, en medio de toda la agitación, nos reconfortan.”
Otra reflexión como esta “Esta noche es la segunda noche que subo a este techo para ver las estrellas, anoche estaba claro, hoy hay una nube negra consumiendo la ciudad, rodea la ciudad como una maldición o una plaga. Mientras tanto, la ciudad duerme, esta serena, en calma. La ciudad teme al ruido. Cierro mis ojos, tratando de imaginar que ellos sintieron, durante el terremoto. El sonido de la tierra temblando, el sonido de los edificios que caen, el sonido de la desesperación, el sonido del dolor, el sonido de la muerte, por eso la noche es tan silenciosa, es como si pudiera pasar todo de nuevo, y ellos pudieran oírlo venir.”
Otra reflexión como esta “Esta noche es la segunda noche que subo a este techo para ver las estrellas, anoche estaba claro, hoy hay una nube negra consumiendo la ciudad, rodea la ciudad como una maldición o una plaga. Mientras tanto, la ciudad duerme, esta serena, en calma. La ciudad teme al ruido. Cierro mis ojos, tratando de imaginar que ellos sintieron, durante el terremoto. El sonido de la tierra temblando, el sonido de los edificios que caen, el sonido de la desesperación, el sonido del dolor, el sonido de la muerte, por eso la noche es tan silenciosa, es como si pudiera pasar todo de nuevo, y ellos pudieran oírlo venir.”
Amo cuando Andrea dice, ahora aun desde el confort de su hogar: “extraño ese techo, que se convirtió en mi refugio, mi confort, mi lugar para pensar, escribir, leer, orar, observar, mirar las estrellas, respirar la contaminación, y exhalar compasión y agradecimiento”.
No tengo que decir mucho, para que entiendan porque Andrea me parece digna de admirar y de reconocer públicamente, como una misionera de amor. Que Dios te bendiga y te cuide siempre, para que nos sigas dando, como diría Uka muchas galletas sin manos.
No tengo que decir mucho, para que entiendan porque Andrea me parece digna de admirar y de reconocer públicamente, como una misionera de amor. Que Dios te bendiga y te cuide siempre, para que nos sigas dando, como diría Uka muchas galletas sin manos.



